Carson
La Doctora Cynn C. Carson pertenecía a la novena generación de biólogos de su familia. Era morena, alta, espigada, de nariz prominente y pequeñas gafas redondas. La mayoría de la gente usaba lentillas para conectarse a la red, pero ella, condicionada por sus problemas de sequedad ocular, usaba binoculares, que le aportaban un aire romántico y cuyos cristales combinaba siempre con el color de los pañuelos de seda que solía lucir sobre su estirado cuello perlado.
Cynn en su interior se sentía una persona de acción, pero una vez acabados sus estudios, jamás pudo ausentarse más de dos días del laboratorio familiar que regentaba junto a su primo. Llevaba años atrapada estudiando distintas formas de reducir la multiplicación celular de una bacteria marciana que desde hacía lustros amenazaba con estropear los lácteos de la Tierra. Ella lo veía como parte de una maldición familiar que había provocado su tío abuelo Collins, que fue expulsado del laboratorio familiar por su bisabuelo debido a discrepancias laborales ocasionadas por su trabajo la creación de dicha bacteria para la industria agropecuaria de Marte, donde nunca causó los problemas que sí ocasionó en la Tierra.
Durante esta tregua que a Cynn le proporcionaba haber comenzado los ensayos clínicos de los procedimientos del tratado de lácteos, que realizaría un laboratorio independiente durante dos meses, había programado unas pequeñas vacaciones, pero una inusitada oportunidad laboral llamó a su puerta, en el sentido más literal de la expresión. A las 4 p.m. del primer día de sus vacaciones, justo después del té, un alto funcionario del recién creado Servicio Galáctico de Ayuda a las Nuevas Razas se presentó en su apartamento para ofrecerle una aventura única: viajar hasta 55 Cancri F mediante plegado en Hiperloop (un sistema muy novedoso y reservado para altos funcionario galácticos), estudiar durante un año terrestre el desarrollo de las dos razas alienigenas, elaborar un informe y ayudarles a superar el ciclo de desarrollo evolutivo en el que se hallaban encalladas.
La joven Cynn entendió que había sido seleccionada para la tarea debido al repentino entusiasmo con el había sido recogida su tesis doctoral un año atrás y que no tenía nada que ver con la empresa familiar. Ella había trabajado durante cuatro años en el laboratorio de la facultad con una colonia de híbridos mamífero-reptil semi-inteligentes que se desarrollaron en la colonia de Ceres y que habían sido enviados a la Tierra para su inserción en ecosistemas pantanosos. La facultad de Biología de Tallahasse donde estudiaba, en plenos humedales Everglades, fue el sitio seleccionado para su reimplantación.
Cuando le preguntaron si le gustaría ir a 55 Cancri F para el estudio, concretando además el aumento de la generosa suma de créditos que eso supondría, Cynn pidió al funcionario un día para pensarlo, aunque a los quince segundos de que este cerrara la puerta ya había decidido la respuesta.
Los detalles del viaje hasta 55 Cancri F no tienen especial interés, salvo la fuerte otitis que provoca el Hiperloop, que dura varias semanas. Sin embargo la recepción de los visitantes en Cancri es todo menos anodina.
Las dos razas que habitaban Cancri tenían como antecesor común un pequeño sarcopterigio, un pez pulmonado que a día de hoy puede aún encontrarse en las zonas más incivilizadas del vasto océano que cubre el planeta. De estas razas, los denominados cefesauros eran los más evolucionados. Los cefesauros eran reptiles de metro y medio de alto por un metro de largo, que caminaban sobre cuatro patas y tenían dos manos con dedos y garras lo suficientemente hábiles para fabricar herramientas. Su piel era de un precioso negro azabache mate, su cabeza era esfética y su lengua larga y plana, a diferencia de los retiles terráqueos, lo cual les permitía vocalizar. Tenían una vista prodigiosa, que compensaba su mal oído y habitaban en la parte sur, la más caliente y húmeda del único continente que confirmaba 55 Cancri F.
Los cefesaurios cancrinianos, pese a hallarse en lo que se consideraría su Edad Antigua, eran una raza muy civilizada, con un índice muy bajo de analfabetismo y, pese a su aspecto amenazador, eran muy amables y acogedores con los visitantes. Para comunicarse con pueblos extranjeros utilizaban el lenguaje Universal, pero ellos tenían un lenguaje propio que combina elementos orales y gestuales (la gestualidad es un elemento muy importante en el lenguaje saurio dada su disfunción auditiva).
La aparición de extranjeros en 55 Cancri F es muy rara y suponía un evento excepcional, por lo que gran parte de la comunidad solía participar en ellas. Cynn, al bajar del transbordador espacial y verse rodeada de cientos de largartos negros, con miradas atentas y penetrantes, se sintió completamente intimidada y asustada. Pero la simpatía y amabilidad de los lagartos y su buen hacer en las recepciones (similares a los rituales de las islas del pacífico en la Tierra) le dejaron profundamente conmovida.
Los meses que pasó Cynn en la capital sauria le fueron muy gratos. Al principio se esforzó por entender bien la cultura de los lagartos, porque pese a que los traductores ponían mucho interés por su parte, el lenguaje Universal resultaba muy escaso para expresar muchas cosas. La otitis sufrida durante los días de estancia en Cancri le hicieron que desarrollara cierto gusto por el lenguaje gestual que utilizan los cefesaurios, muy similar al que recordaba de su abuelo paterno -de origen italiano- pero mucho más pronunciado, y se esforzó en aprenderlo.
Además de aprender mucho de la cultura, el arte y la ciencia (muy primitiva aún) de los saurios, Cynn tuvo contacto con otros científicos alienígenas que como ella habían sido requeridos para realizar el estudio, y comprendió la problemática que le había llevado a este planeta. En sus notas se encuentra el siguiente documento:
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Las dos razas dominantes que habitan 55 Cancri F son los cefesaruios y los cefebios [...] Los cefebios, primos lejanos genéticamente hablando de los cefesaurios, son anfibios que viven en la parte norte del planeta, que es un poco más fría y seca que el sur. Su aspecto es muy similar a las salamandras pero de dos metros de alto. De ojos grandes y un color de piel azul intenso, son seres bastante huraños, conviven en comunidad y tienen una gran cultura y religiosidad. Al igual que los saurios, poseen un alto grado de alfabetización y un sistema político muy desarrollado. Evolutivamente hablando, son una especie más vieja que los saurios, pero su ciencia se ha desarrollado mucho en las últimas décadas y hace tiempo que superaron su Edad Antigua. [...] Los cefesaruios y los cefebios tienen un problema común: la alimentación. Ambos dependen para subsistir de proteínas que se encuentran en los cuerpos de los otros, es decir, se necesitan mutuamente. No las necesitan en gran cantidad pero sí en la proporción justa para su supervivencia. Los cefesaurios necesitan de taurina, pues tienen el riesgo de quedarse sin visión, mientras que los cefebidos necesitan la glutamina que se encuentra en los músculos de los lagartos.
Durante varios siglos la obtención de las proteínas se solucionó de la forma más bárbara posible: interminables guerras asolaron la superficie de 55 Cancri F llevando a ambas especies casi a la extinción . Cuando las civilizaciones de ambas razas se fueron asentado, comprendiendo la necesidad de sus vecinos para subsistir, se estableció otro mecanismo un poco más sofisticado: granjas de esclavos para consumo.
Junto con la aparición de los sistemas políticos, de la filosofía, la metafísica y la ciencia primitiva llegaron también las leyes, los primeros tratados de no agresión mutua y los derechos civiles de los individuos. Todos estos cambios llevaron, tras varias iteraciones, a la formalización del modelo actual: el sistema de sacrificios.
En la actualidad ambas razas eligen a los individuos que son intercambiados con la raza rival para su sacrificio y que permiten la subsistencia de ambas civilizaciones sin necesidad de emplear la violencia.
Cada vez que transcurre un bloque determinado de tiempo (alrededor de cinco meses terrestres) ambas razas se intercambian un número igual de individuos (los justos para saciar las necesidades de la comunidad). La elección de estos individuos se lleva a cabo de forma interna.
En el caso de cefesaurios, los individuos seleccionados son aquellos funcionarios públicos que peor hayan desempeñado su sabor durante el periodo. Las métricas de la selección son bien conocidas por toda la población y el proceso, supervisado por el congreso de sabios saurios, ha sido durante los últimos años muy transparente e igualitario (solamente excluye a saurios menores de sesenta años al no haber superado éstos la edad adulta estipulada). Esta purga selectiva funciona a su vez como continuación del proceso de selección natural, interrumpido tras la finalización de las guerras, y está llevando a la sociedad sauria a altos niveles de eficiencia.
Por otro lado, los cefebios basan su elección en un proceso de olimpiadas, muy seguido por toda la población, donde los ganadores son premiados y los perdedores son sacrificados. En la sociedad cefebia, de un capitalismo muy radical, es el mecanismo más rápido para el ascenso social; por ello jamás han tenido problemas de participación. Al igual que los saurios, los cefebios prohíben la participación de la población más joven, aunque las restricciones son mucho más laxas.
A pesar de que el sistema permite la supervivencia y resulta mucho más eficiente que los conflictos bélicos, presenta muchos problemas, porque los individuos frecuentemente no se resignan a ser sacrificados y provocan graves contratiempos. Además, con este procedimiento no se ha llegado a solventar el fuerte odio que se profesan ambas razas como consecuencias de las barbaridades sucedidas en las guerras de siglos anteriores.
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La labor que se autoimpuso Cynn tras conocer el problema es dotar a ambas razas de un mecanismo que involucraba el uso de un conocimiento científico muy superior al que disponían en ese momento, para poder sintetizar de forma artificial las proteínas básicas.
Sus labores científicas para generar glutamina lagarta no fueron muy complicadas. En 55 Cancri C, el planeta vecino, había una pequeña explotación terrestre que le pudo dejar la mayoría del material de laboratorio. Durante este periodo pudo trabajar con gran libertad y su buena adaptación al mundo saurio y el buen clima le hicieron sentirse muy cómoda. El compuesto creado se denominó leche sauria, como consecuencia del color blanco y la viscosidad del líquido, y podía administrarse vía oral.
Al acabar esta primera fase se procedió a comenzar la misma labor en tierras cefebias. A Cynn le acompañaron un traductor saurio y un funcionario de medio rango del servicio galáctico que habían contactado en ocasiones previas con los anfibios.
Las comparecencias frente a los dirigentes cefebios resultaron satisfactorias y la proteína sintetizada, un gran éxito, pues de inmediato comenzaron a crearse las fábricas para su fabricación masiva. Por desgracia la extracción de la taurina pareció complicarse, pues el estudio para su fabricación se alargó en el tiempo. Las condiciones de trabajo también resultaron menos gratificantes y además el compuesto de taurina sintetizada no sentaban bien a los grupos de saurios que los cefebios seleccionaron para las pruebas.
La Doctora Carson, según indicó en las escasas comunicaciones que dirigió al alto funcionariado galáctico durante esta etapa, decidió quedarse en la capital cefebia para completar su trabajo. Desgraciadamente las fronteras cefebias en 55 Cancri F se cerraron unos meses terrestres después como consecuencia de un ritual religioso que celebraban ambas razas: la Brumación Mística. Desde ese momento, Cynn no volvió a emitir ningún comunicado.
Al terminar sus celebraciones, los saurios se encontraron con que la comunicación con sus cefebios se había visto interrumpida y demoraba su reactivación. No encontraban respuesta a los mensajes por parte de los anfibios, que rechazaban a los mensajeros de forma hostil, alegando continuar con el rito sagrado.
El suministro de proteínas de los cefesaurios se redujo drásticamente durante los siguientes meses y cuando la situación se hizo insostenible se levantaron en armas contra sus vecinos, pero la Confederación Galáctica Religiosa, amparada por la Organización de Naciones Galácticas, impidió la invasión. Los cefesaurios tardaron tan solo dos generaciones en desaparecer, asolados por la desnutrición y la ceguera.
Ese fue el fin del conflicto y también la última vez que la Confederación Galáctica intervino en el desarrollo de razas inteligentes.